sábado, 9 de octubre de 2010

Gandalf y la UNASUR

Cuando estamos en la escuela, el compañero más grandote, más musculoso nos da miedo. Tiene el poder. La piña está siempre latente y temblamos ante el desafío de su poderío físico. Le damos la razón, tratamos de no discutirle demasiado, de mantenerlo contento. O nos hacemos sus amigos, nos ponemos a su lado y le hacemos una caricia a su ego diciéndole al oído: qué fuerte que sos, y hasta quizá le sonreímos.

Bueno, en política no estamos tan alejados de eso. ¿Cómo frenar a una potencia su sed imperialista, su sed de recursos? "You shall not pass", quizá, como le dijo Gandalf al Balrog, minutos antes de caer por la cornisa y ser derrotado por la gran bestia de fuego. No, así la cosa no funciona. Pues pasarán igual. Tampoco se pueden usar las espadas; lo dijo Gandalf también. Dijo: "Aquí las espadas no servirán", y tenía razón. El poder era y es muy grande, muy temible y oscuro. Gandalf dijo que había que utilizar magia frente a terrible poder, y tenía razón. Pero, lamentablemente, igual perdió, cayendo en el abismo.

Argentina apenas tiene algunas espaditas, y en manos de hombres que nunca las usaron ni tienen muchas ganas de usarlas. Por lo que las espadas no representan una opción viable. Frente al mundo, haber alcanzado el G77 es un logro, por lo que el grito de fuerza, aquel que deba hacer temblar a propios y ajenos, tampoco funcionaría. "You shall not pass", sería una especie de juego, una especie de comedia en la que sé que pasarás pero bueno, al menos te desafío y todos oyen mi grito valiente y desaforado, por más de que luego sea tristemente olvidado y fácilmente ocultado. Porque con los gritos en política no se hace nada, valen solo los hechos. Entonces, ¿qué hacer?

Magia; magia es lo último que le queda a la Argentina. Pero no hay ningún báculo superpoderoso ni ningún mago capaz de enfrentar semejante poder ni capaz de resucitar y volver a dar batalla. No lo hay por ahora. El báculo se llama América Latina y de a poco se va construyendo.

Extra: hace pocos días el Balrog -que no es el Balrog tonto que describe Tolkien, ese que camina siempre para adelante y solo sabe usar su látigo- se tomó el trabajo de avisarle a Gandalf, es decir, a Argentina, que iba a pasar por el puente. Es más, la carta de notificación se la mandó unos días antes y así le escribió, casi cariñosamente: "Discúlpeme señor Gandalf, digo Argentina, en los próximas días estaré arrojando fuego, digo algunos misiles, cerquita del puente. Sólo le quería avisar. Espero su respuesta. Sé que se va a enojar, pero la decisión está tomada. Y el puente, claro, las Islas Malvinas, me pertenecen, como usted ya sabe".

Y el mensaje terminaría ahí. Pero también se verían unas letras élficas -unas letras élficas que no son las que describe Tolkien, porque las de Tolkien las veían sólo unos pocos y estas casi que las ve todo el mundo- que dirían: "¡Ah!, ¡me olvidaba!, también le quería transmitir, antes de que me grite infantilmente "you nosecuanto pass", que, por si no lo sabía, el primer mundo, mejor escrito: El Primer Mundo, se caga, como se ha cagado siempre, en la OEA, la ONU, y, sobre todo, en la UNASUR, ¿qué es esa porquería?".

Gandalf resistió, dio pelea, terminó cayendo pero salvó a unos cuantos.

Argentina está en eso.

2 comentarios:

LeaN BuKa dijo...

Muy buen post. Pero no se debe perder la esperanza

María dijo...

Bien ahí pensando en Gandalf como América Latina más que como Argentina, para combatir al Balrog.
La UNASUR existe y la red que tejemos acá, en el culo del mundo, va transformándose en una cota de malla de mithril
De todas formas, hemos caído en el abismo de Moria y hemos resurgido.
Mirá el país que hicimos en 7 años!
Y lo que queda por hacer!
wooohooo