martes, 1 de diciembre de 2009

In fraganti

Hoy te robo un beso. Tengo la duda de cómo vas a reaccionar, pero resulta apasionado. Dura un minuto, quizá dos. Me permite mojarme otra vez con tus finos labios,volver a sentirlos. Te revuelvo el cabello como aquella vez en que te sentí mía por unos instantes. Intuyo, sé, que el delito debe consumarse rápidamente. La satisfacción es grande pero efímera. Volver a verte, besarte, me permite volver a renovar el recuerdo, mantenerlo vivo, hacerlo presente. Me decís que te estás yendo, pero poco me importa en ese momento. Tengo la ilusión de que te vas a acostar pensando en no haberte ido, en qué hubiese sucedido si te hubieses quedado, en fin, en que fue un robo desleal pero amable. Aunque también sé que lo más probable es que apenas recuerdes mi nombre y que pronto lo olvides si no lo has hecho ya. Pero de esto no estoy seguro y en imaginarme el abanico de posibles posibilidades encuentro el disfrute de mis días y mis solitarias noches.

Si algún día te vuelvo a ver, no reincidiré, lo prometo. Sólo lo haré de una cierta manera: que me lo pidas. Pero ese no es el problema, ni en él radican mis miedos: es que temo no volver a verte jamás.