martes, 24 de julio de 2012

La despedida

El espectáculo no recuerda si fue ayer o si no fue. Está en el camarín. Plena oscuridad. Mucho olor a tabaco. A porro. Dos vasos de whisky en la mesada. No sabe. Entonces se despierta, se para con dificultad y al salir cierra la puerta con fuerza. El ruido rebota, retumba. Se expande. Se extingue. Un eco. No hay nadie. Unas vueltas y una escalera. Unos seis escalones que recuerda levemente. No, siete. Tropieza. Está arriba. Ve asientos. Muchos. Un tumulto. ¿Se lo imagina? Un micrófono. Se acerca. Lo ubica en su boca. Va a hablar. Algo lo detiene. "Hablar al micrófono es una responsabilidad", se retrasa. Piensa. Alguien le dijo esa frase. No recuerda quién. No importa, no sabe. El olor a tabaco. Nuevamente. A porro. El humo quieto, el ambiente denso. Va a hablar. Esta vez sí. Está decidido. Un sonido agudo se desinfla. "El show se ha terminado, mis amigos", devuelve el eco una vez. Dos veces. Tres. El espectáculo no sabe si terminó o no. No sabe si fue. O es. ¿Se lo imagina? No recuerda. "...es una responsabilidad". Entonces una reverencia. Las butacas no responden. Sólo el eco. Da media vuelta. Son siete. Sí, son siete. Antes de abandonarlo, mira nuevamente el salón. "Adiós", se despide. Un silencio y una sonrisa en la última butaca.

1 comentario:

Florci dijo...

La sonrisa de la última butaca rompió con todas las dudas e incertidumbres.
Saludito, Daro. Me alegra volver a leerte.