jueves, 24 de febrero de 2011

Pesadillas

Te despertaste, agitada, en medio de la noche. Gritaste con los ojos cerrados, una, dos veces, y después te diste vuelta, buscándome. Tenías pesadillas, pero no te animaste a levantarme al verme tan profundamente dormido.

Seguiste durmiendo.

A la mañana, cuando me desperté, ya estabas con los ojos abiertos:
-Tuve sueños horribles, y no te levantaste.
-Me hubieses levantado- repliqué, sincero.

Y traté de besarte, para cambiarte esa cara y desearte un buen día, pero sin siquiera dudar me rechazaste y te fuiste, sin ninguna palabra, sin ninguna explicación de por medio. Sin ninguna mirada, que era lo peor.

Volviste al rato y me encontraste de espaldas, al borde del mal humor y nuevos sueños. Recién ahí, dormido, me besaste. Es que el primer beso de la mañana sólo lo dabas después de lavarte los dientes.