sábado, 21 de julio de 2012

El Hombre Unidimensional

Lo dijo Freud: todo progreso de la civilización nos genera malestar, cierta insatisfacción que proviene de la dificultad de llevar adelante y actuar de acuerdo a nuestros instintos o pulsiones. La cultura, había dicho Freud, exige al individuo que renuncie a satisfacer sus pulsiones, principalmente eróticas.

Marcuse lo corrige después. Lo corrige o avanza sobre sus conceptos. No los deshecha, sino que los reconceptualiza. Su principal crítica es que el fundador del psicoanálisis convierte contingencias históricas en necesidades biológicas y así naturaliza lo social. Dice: cierta represión fue necesaria para toda organización social del hombre, es cierto, pero hay otra represión, hoy cada vez en aumento -más peligrosamente en aumento-, que complementa a la anterior: la represión excedente, que caracteriza la sociedad en la que vivimos y la cual es necesario y urgente advertir y revertir. Esto Herberto lo escribe, lo piensa y analiza para la sociedad norteamericana de mediados del siglo XX: Estado de Bienestar, posguerra, altos índices de empleo y, sobre todo, consumo creciente.

Desde el corazón mismo del capitalismo nos lo advierte. Quizás sea este su párrafo más claro, de uno de los libros más clásicos e interesantes de teoría social, El Hombre Unidimensional:

"Y es aquí donde la llamada nivelación de las distinciones de clase revela su función ideológica. Si el trabajador y su jefe se divierten con el mismo programa de televisión y visitan los mismos lugares de recreo, si la mecanógrafa se viste tan elegantemente como la hija de su jefe, si el negro tiene un Cadillac, si todos leen el mismo periódico, esta asimilación indica, no la desaparición de las clases, sino la medida en que las necesidades y satisfacciones que sirven para la preservación del "sistema establecido" son compartidas por la población subyacente".

Lo que él vislumbra es, en suma, una "sociedad administrada", en donde la mejor autoridad, la mejor de las represiones necesarias para el sistema, la ejerce la propia conciencia, la forma moderna y por excelencia de control del yo (¿el superyo según la segunda tópica de Freud?). Donde el poder dejó de ser meramente represivo hace rato -aunque, está claro, nunca éste se presente completamente desnudo jamás-. Donde ya casi ni necesita ser violento... Un poder positivo y productivo, casi sutil.

Continuará...

3 comentarios:

LeaN BuKa dijo...

Jaja, a nosotros esto mismo nos lo explicó Rinesi -asumo que lo ubicarás-. Posta que los sociólogos la estaban pasando mal en ese momento, pero también esto me lleva a pensar que tal vez nunca, si somos muy inconformistas, dejemos de ver el poder en cualquiera de su formas, o dejemos de creer que por más que la pasemos bien o mal, sí o sí nos están reprimiendo. No sé, se me ocurre que tal vez algunos no la pasen taaaaaaan mal.

Abrazo

Darío dijo...

Seguro que algunos no la pasan tan mal, y seguro que nos están reprimiendo, pero hay que ver cómo, cuándo, dónde. No sé si lo vemos por inconformistas o qué, pero siempre está bien tenerlo de reojo al poder, comprenderlo de alguna manera. O intentarlo, al menos.

Rinesi es un grande. Ahora volví a retomar el libro, y otro más de Marcuse: Eros y Civilización, tremendo también. Aunque me quedo con el otro, creo.

La seguimos en la segunda parte. Un abrazo.

María dijo...

El poder busca reproducirse, la cultura dominante busca conservarse, mediante condiciones oprimentes que es bueno, creo y coincido vos Darío, desnaturalizar, cuestionar, analizar con una conciencia crítica, saber que son construcciones, y no "obra de Dios", que imponen que nos adaptemos al sistema, y, si es necesario, despliegan aparatos represivos en "nombre de la libertad y la paz social"

Esas "auto represiones" que fuimos aprendiendo en sociedad, está bueno verlas y poner las cosas en su lugar, al menos en la conciencia...

No es cuestión de pasarla bien o mal solamente. Inclusive creo que hay personas que no se preguntan realmente si el consumo es fuente de placer, pero consumen y consumen