jueves, 14 de junio de 2012

El texto más triste

Después de la operación, le costaba subir y bajar las escaleras, tardaba en echarse en el piso pero finalmente se echaba y listo. La tos de hace ya unos meses al tomar agua ya se le pasaría. La médica nos había tranquilizado: el tumor, decía, parecía ser benigno y a ella la veía muy bien, a pesar de la edad.

Fue un señor de la veterinaria el que lanzó la primera advertencia, el primer aviso, más allá de los sueños cada vez más tristes de Laila y esa tos que empezaba a empeorar: "Los perros de su tamaño viven hasta los 12, más o menos". Laila, entonces, y luego de verificar sus papeles, estaba ahí. A la médica, sin embargo, le creíamos. No sólo por lo del tumor. También el que los labradores podían llegar a vivir hasta los 15, o más.

Bueno, no. Al final, el tumor es maligno y las células expansivas. No hubo palabras, no las hubo, en el teléfono, en la mente, en ningún lado, para captar la noticia. La decisión, sin embargo y al momento, fue instantánea y compartida: que no la molesten más. Ni más radiografías, ni tratamientos ni operaciones.

No hay manera de explicarle a nadie lo triste de saber que nada se puede hacer y que Laila puede llegar a sufrir en algún momento. La tos esa que ya pasaría no pasará y todo indica que al revés. Es que nuevos tumores pueden formarse, incluso pueden ya haberse formado en cualquier lado, lo que es muy probable, y tememos que ya se haya formado uno efectivamente ahí, en la garganta.

No hay tiempos, no hay certezas en estos casos, y eso por ahí es lo más triste. Tan solo saber que si sufre hay que llevarla de vuelta a la veterinaria, que entre de vuelta a ese lugar de mierda, que sea ese el último lugar al que entre, el último lugar que huela y vea, para que la médica se arrogue el derecho, y nosotros mediante su mano, de matarla para que no sufra mediante una fría inyección.

No hubo palabras, sólo silencios, muchos, y algunas lágrimas, muchas, al recibir la noticia y darnos cuenta de todo esto. De que Laila, con quien vivo desde casi siempre, o más, no va a estar siempre ahí, conmigo para estudiar, conmigo para reír, pasear o llorar. Después, más lágrimas y más impotencia. Era obvio que siempre no iba a estar ahí, pero no hay manera de no hacérselo notar a ella, de hacerla parte. Lo que lamento.

Es que ella no es boluda; lo sabe, lo intuye. Nota desde hace días que algo raro nos pasa, que algo raro le pasa. ¿Será ella la primera en saberlo? Está más mimosa y tiene una mirada más triste, más apagada, aunque, es cierto y es bueno, la cola sigue a veces moviéndose con locura y delirio.

Ahora me di cuenta de por qué volvió a subir las escaleras hace unos meses. No es que perdió el miedo, ni que lo tuvo alguna vez, aunque puede ser. Fue cuando volví después de haberme ido de  casa unos meses y que no me vea todo ese tiempo. O fue saber que algo adentro suyo no estaba bien, que debía provechar cada momento juntos. ¿O fue un intento de avisar que algo no andaba bien? Ahora que lo pienso no lo sé. Es que es eso lo más triste. Que los mimos no le basten y esté pidiendo algo a gritos y que nadie la entienda, aunque cuando la saque sin correa piense que sí, que es feliz como nadie.

Laila, mientras no sufras, juguemos. Paseemos y metamos el hocico donde no corresponde. Comamos mierda en la calle y crucemos mal la vereda. Hagámosle gr a los perros y meémosle al caniche de frente su sucio jardín. Incluso, meémoslo a él. Que la vieja de la esquina se entere; somos malos, muy malos. Un dúo increíble.

5 comentarios:

Florci dijo...

Me angustié. No puedo imaginarme lo difícil que debe ser esta situación. Jueguen y mimensé mucho y sí, meen al caniche de enfrente (vos también podés, te dejamos). Abrazala fuerte y los cariños hoy son para ella. Aunque a vos te mando un abrazo super potente, sonreile.

algo de vos dijo...

gran dúo. los quiero

Ayelén B. dijo...

Mucha fuerza dari. Aprovecha cada segundo que tengas con ella y no te niegues nada de todo lo que puedan llegar a hacer juntos. Contas conmigo, espero que lo sepas.

martina dijo...

trasmitís todo en ese texto...qué bueno que termine queriendo compartir a fondo lo que les queda, por lo menos se pueden despedir,
un abrazo dariosito

tecontaretodo dijo...

Siempre nos va a parecer poco lo que les damos porque ellos nos lo dan todo. Pero es así...
Una rascadita de lomo para L.