jueves, 8 de septiembre de 2011

Perdón

Por un rencor, por un pasado de soledad y desencuentros, te dije que no. Lloraste, me puteaste. Me había portado mal. Es que yo era un nene, un bebé comparado con vos, que eras grande, bien grande y madura en el buen sentido. Crecí con vos. Gracias a vos. Hoy entiendo: a costa de vos. Te hice mal, muy mal. Y tardé demasiado en entender que había sido yo el boludo. El egoísta. Porque habías dado todo. Mejor dicho: me habías dado todo. Hoy, aunque no sirva, te pido perdón. Tuve que esperar a que me pase a mí para darme cuenta. Tarde, como siempre. Como todo, bien tarde. Como lo nuestro, también; bien tarde. Pero mejor tarde que nunca, dicen. Y les creo. Son muchos los textos tuyos que hay acá, y son muchos los que no me animé a subir, ni siquiera cuando este espacio era sólo mío y de mi conciencia. Sí, nada nuevo te digo. Me lo preguntaste un día, no sé bien para qué, porque lo sabías y era obvio. Hoy te pido perdón, y me surge desde el alma pedírtelo, sincera y humildemente. Porque fuiste la mina que más me quiso y quizás, quién sabe, hasta seas la mina que más me quiso siempre. Y me expreso acá porque, lo sabés, este es mi espacio, pero siempre también fue un poquito el tuyo. Perdón.

Daro.

1 comentario:

María dijo...

Daro, realmente hay "tardes" y "tempranos" en los vínculos?
El desencuentro es una posibilidad. Por qué? mmm más búsquedas de sentido.
Sucede.
Disculparse con el otro siempre es válido. Quizás no tanto para el otro, que tal vez no lo aprecia, sino para vos, que ponés huevo y reconocés que heriste... y seguramente lo hacés porque herirla te hiere.
Convivir con eso es casi pesadilla.
Pero pasa.
Pasa
Pasa
Seguramente volverá a pasar, pero la próxima, vas a estar más canchero y vas a evitar alguno de los ingredientes, vas a lograr evitarlo o apaciguarlo en alguna medida.