lunes, 12 de septiembre de 2011

Fuera de contexto

A 50 metros ella lo ve. Él, a la espera, mira distraído el reloj. Ella se acerca en silencio. Él nada. Ella se aproxima, le toma una mano y le sostiene una mirada intensa, de pupilas a pupilas. Él sonríe estúpidamente; siente la suavidad de sus dedos, el calor de sus manos. Ella, sin soltarlo, cierra los ojos y algo brusca pega sus labios a los suyos. Él se entrega pero no responde. Ella ahora sí lo suelta y pasa a sostener con sus manos sus cachetes, apretándolos por momentos, sintiéndose uno. Él, entregado, disfruta. Ella usa su lengua. Se sienten, se beben, se gozan. Hacía rato no se veían. Ella separa por primera vez sus bocas. A pocos centímetros, otra mirada. Nadie se decide a hablar. Él piensa: no hay nada que decir. Ella interrumpe y le dice te amo, pero con un beso, no con palabras. Él se entrega. Ella, confusa, aleja su boca, abre sus ojos y no encuentra los de él, tontamente cerrados desde un comienzo. "Feliz cumpleaños", sólo dice y calla. Él sonríe. Y al rato se despierta.

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