martes, 12 de abril de 2011

Recordar

Recuerdo la seven up que se interponía entre nosotros; las burbujas que emergían desde el fondo del vaso, inquietas, haciendo ruidito, rebotando en el vidrio de aquí para allá; salpicando, humedeciéndolo todo.

Recuerdo a todos sentados ahí, como dormidos, inmóviles; a nuestra conversación mundana, inútil, nada prometedora. Y recuerdo, de pronto, tu interrupción, tu tan esperada pero a la vez súbita y tonta interrupción: "¿Me acompañás a la cocina?". Recuerdo mi tonto desconcierto: ¿A la cocina? ¿Para qué?

Si en el vaso todavía quedaba seven up, pero claro, si vos no empezabas por algo, la cosa nunca hubiera marchado. Lo sabíamos. Eras un bien inalcanzable -hasta esa noche-.

A partir de allí, los recuerdos se confunden, acelerándose en el tiempo. Recuerdo que abrimos la heladera como para justificar nuestra huída hasta que alguno, sincero, propuso subir al viento frío de la terraza.

Recuerdo la mejor subida de escalera de toda mi vida. Éramos, al fin, después de muchos meses, y hasta quizás años, vos y yo, sólos, sin nadie a nuestro alrededor. Éramos, al fin, nosotros dos juntos sin excusa ni motivo alguno.

Recuerdo la pared de ladrillos, tus movimientos atolondrados, los míos; tu boca gruesa, tus ojos saltones; tus cachetes gordos y rojizos. Recuerdo tus manos heladas en mi cintura, tus palabras suaves en mis oídos, tu boca húmeda en mi nariz, tu frente en mis labios. Recuerdo la luna, enorme y luminosa, impresionante junto a tu cara. Redondas. Lindas. Hermosas.

Nuestros cuerpos apretados y el abrazo infinito del adiós, sincero, triste, final, ya que el horario te corría y debías irte apresuradamente. Y por último, los veinte escalones más tristes de mi vida.

3 comentarios:

LeaN BuKa dijo...

Decime que no es cierto...

Arlequin dijo...

qué lindo..

mugre dijo...

y qué luna!