jueves, 17 de marzo de 2011

Laila (otra oportunidad)


Laila piensa todos los días. A veces sueña, tiene hambre; tiembla de frío o sufre del calor y jadea.

Está sola aunque no concibe ni se imagina, tampoco recuerda, un pasado diferente. Su realidad es este patio, a veces la cocina y cada tanto el gran mundo exterior, ese espacio inmenso que por momentos la desconcierta.

En sus salidas ve autos que pasan, ha visto también semáforos, pero para ella son sólo luces que titilan, son sólo colores que por momentos brillan, sombras y figuras sin nombre; tonalidades. Laila ignora muchas cosas pero tampoco las necesita saber. Ni pretende hacerlo.

Se confunde cuando camina sóla por la calle, y ya no sabe bien porqué camina sólo por la vereda. Se confunde cuando ve uno de los suyos. Su cabeza es una maraña de pensamientos que la hacen reflexionar de esa realidad que nunca fue; sólo quiere olfatear y generar un contacto, y generalmente se entristece porque sabe, intuye, que probablemente no vuelva a cruzarlo nunca más. Es un amigo de una sóla noche, de una sóla esquina, por eso lo olfatea hasta más no poder; hace ruído con el hocico como queriendo adueñarse de ese aroma para así retenerlo y recordarlo, una y otra vez, hasta el cansancio.

Laila duerme mucho porque no encuentra muchas cosas para hacer. Prefiere descansar y dormir, porque así sueña.

Sueña con muchos otros, con una pradera grande, inmensa, para correr; correr como nunca corrió en su vida, sin límites ni dirección alguna. A veces sueña y hace ruidos que son como lamentos. Se acuerda de ese primer mes de vida en el que pasó sus días en una jaula, poniendo cara de bebé para que algún niño intrépido consiga convencer a su mamá lo linda que ella era.


4 comentarios:

Arlequin dijo...

No me queda algo claro. Son felices Pepa y laila?

Darío dijo...

Es que no está claro.

Vos sos feliz arlequiín?

Arlequin dijo...

Y, depende el día. Hay días que soy más feliz que otros. Pero intento, eh, intento.

flor dijo...

hola lailii!