jueves, 3 de marzo de 2011

El Tigre de los Andes

Daniel, mano derecha del cacique de la Comunidad Diaguita del Divisadero, entiende que la última pelea en la que luchó no fue ganada por el arco y la flecha, sino por la lucha dada en los medios de comunicación.

El combate, que lo envalentona y lo enorgullece, no fue contra otro pueblo, "como lo era antes", sino contra las fuerzas policiales salteñas que intentaron desalojar a los descendientes de los indios Quilmes del territorio correspondiente a las ruinas de sus antepasados, en disputa hace décadas por su gran atractivo turístico: "Vinieron las fuerzas de élite de la Provincia y ni así pudieron", se jacta Daniel.

Los descendientes de los indios Quilmes, al igual que Daniel y su pueblo, no se sienten argentinos ni chilenos; pertenecen, ambos, a la Nación Diaguita. Daniel todo el tiempo hace referencia a ella y a la necesidad de organizarse para defender tanto territorios como derechos: "Pertenecemos a una Nación guerrera; debemos recuperar esa identidad porque es la única manera que tenemos de defendernos", dice, mientras gesticula con bronca y apreta el puño.

"Nuestros antepasados resistieron primero a los incas y luego, durante 100 años, a los españoles", relata, haciendo referencia a las Guerras Calchaquíes, que se sucedieron entre 1562 y 1667, cuando los pueblos diaguitas finalmente fueron derrotados y reducidos a la esclavitud por los conquistadores venidos desde Europa.

Daniel se divierte relatando la pelea contra la policía. Conocido entre su gente como el Tigre de los Andes, fue uno de los ocho enviados a ayudar a la Comunidad India Quilmes. "Hoy las luchas no se ganan con tiros, sino con esto", dice, desafiante, señalándose la cabeza. "Ganamos porque ellos no conocían el terreno, y ese es un error imperdonable". Cuenta que gracias a eso pudieron acorralar al cuerpo de infantería, y hasta que él y sus compañeros tuvieron la posibilidad de matarlos, pero que esa no es ni será nunca la idea: "Lo único que queremos es que no vuelvan", dice, y tras una pausa agrega con una mueca de sonrisa: "Con el miedo que se pegaron, no creo que acepten volver jamás".

Para terminar, cuenta con orgullo que ya son 26 las causas penales en su contra, aunque aclara, enseguida, que una de ellas fue "dibujada" por el Intendente, a quien sólo le pide que no monopolice el turismo.

El Tigre de los Andes es el encargado de la coordinación de los guías que acompañan a los turistas que se acercan hasta la aldea, de 300 habitantes, para visitar las famosas tres cascadas que se encuentran en su territorio. El pueblo permite a cualquiera el ingreso en sus tierras, pero recomienda el alquiler de un guía para el camino: "Ayer hasta vinieron los bomberos para rescatar a una pareja que habían rechazado ir con uno de los nuestros", señala uno de ellos.

El camino hasta las cascadas es complicado y requiere de cruzar el río varias veces; una leve llovizna es suficiente para provocar una crecida y que se torne peligrosa la aventura. Daniel, algo agresivo, insiste en no ir sin un guía: "Nosotros permitimos que pasen, pero no sean soberbios"., ruge. El precio que pide el pueblo es de 20 pesos por persona, aunque puede ser hablado sin problemas...

Ayer una turista extranjera, que recibió esta misma charla, le preguntó para qué querían las tierras si no las producían. Daniel cuenta su odio ante semejante cuestionamiento, aunque también cuenta que lo logró contener: "Le respondí que ese árbol de allá produce oxígeno, me da sombra y leña. Pero además le dije que ese árbol me da compañía cuando estoy sólo", dice, largando una carcajada. Luego, recuperando su gesto adusto, agrega: "Y eso es algo que no creo que haya entendido".

Daniel no está seguro si le gustaría ser cacique algún día, aunque sabe que es una posibilidad, en caso de que así lo decida el jefe de la aldea. Insiste todo el tiempo en recuperar una identidad que día a día se va perdiendo. Durante la charla, mencionó a varios antepasados, reconocidos y recordados por haber dado la vida por estos territorios que él y las distintas parcialidades diaguitas hoy habitan. Entre ellos, sobresale Juan Calchaquí, quien fuera el cacique que, a mediados del siglo XVI, supo convocar a las distintas parcialidades de la Nación Diaguita para formar un gran ejército con el objeto de resistir la colonización española.

"Los occidentales nos trajeron el alcholismo, las drogas...", reflexiona, y tras una pausa continúa, seco, rotundo: "Antes no se les pegaba a las mujeres". Daniel ha leído mucho y conoce de otros pueblos y culturas. Habla del Imperio Inca, la influencia cultural que ejerció en su Nación; también habla de los Estados Unidos y hasta de los samurais japoneses. "¿Pero sabés cuál es la diferencia?", nos pregunta y ante el silencio responde, implacable: "Nosotros no somos expansionistas".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los pueblos que resisten, permanecen; si tienen en su cultura música para bailar y comida típica, trascienden y si tienen en su historia un héroe que representa a la humanidad, triunfan y se universalizan.
Emotivo tu relato y precisa tu crónica.
Saludos a Juan Calchaquí y a sus pares
Abrazo
focomanual

locucho dijo...

Muy bueno. Hay que incursionar un poco más en estas cosas, aunque creo que con el viaje ustedes ya dieron un paso importante. Es toda una concepción del mundo y de la vida, ¿cómo querer aniquilarla sin miramientos?, pues "porque no producen" como dice la turista extranjera, y ahí sí: el problema es que nosotros sí somos expansionistas.

Micaela dijo...

uh este blog me suena a interesante pero no me da la cabeza para leer ahora.

hay algo antes del blog, hay más, el tema es que estoy un poco colgada ahora pero te invito a seguir leyendo, si así lo deseas :)

Tortódroma dijo...

Mirá, el año pasado yo pasé por el Divisadero. Ahí y en una verdulería más cercana al centro, tuve contacto por primera vez con gente de los pueblos diaguitas. Ahora que hablás de Daniel, me pregunot si no habrá sido el mismo con el que hablé yo y a través del que empecé a enterarme lo que está pasando allá. Yo pensaba que se llamaba David, pero no estaba segura.
Casualmente este año, que también fui para Salta con unos amigos, organizamos una fiesta en beneficio de la comunidad de Las Pailas que estaban siendo desalojados. Una vez que estuvimos allá, para darles lo que juntamos nos entrevistamos con dos de los cuatro caciques de la zona de Cachi. La verdad que ambas fueron experiencias muy enriquecedoras.
Está bueno que hayas podido tener contacto con todo eso. En Amaicha alguien me contó algunas historias sobre las comunidades de ahí y sobre el imperio Inca. La verdad que hay muchísima historia precolombina y de la conquista que es muy interesante (aunque a la educación oficial no le parezca parte de nuestra cultura).