jueves, 11 de noviembre de 2010

Minorías

Cuando el travesti me gritó "Papi, te hago de todo" me quedé perplejo. Ni siquiera me di vuelta. Continué mi compra en el chino y por un momento me olvidé si había venido a comprar leche, manteca o café. La señorita no insistió con palabras, pero relojeó sin estupor cuando pasó a mi lado, apretaditos los dos en la góndola de lácteos. La señorita se llevaba el mundo por delante y no tenía gracia al caminar, sino una espalda importante y unos tacos que la hacían casi de dos metros.

Otro día, esa misma chica que vivía en frente del super chino, jugó una segunda estrategia y dijo, con un tono que intentaba ser sensual y a la vez cómico: "Por 10 la podemos pasar bien". 10 eran 10 pesos y yo estaba pagando y ella detrás, en la fila. Recordé la anterior situación y esta vez voltié y le sonreí. Y creo que se puso contenta, porque ya nunca más me dijo nada ni me fulminó con su mirada.

Quizá era solo eso: superar esa ignorancia atroz y terrible; esas miradas que se esconden y pretenden hacer ojos ciegos de lo distinto que hay al rededor. "Mirame, hice de mí esto, no tengo problema en decirlo y menos en tener voz de Cacho y piernas de jugador de fútbol", quizá quiso decir. "Mirame, y sabete esto: las minorías existen", y están a la vuelta de tu casa.

2 comentarios:

MIG dijo...

Daro! me parecio: SENSACIO!
muy bueno che! me encanta! la triple C: corto, conciso y contundente! un abrazo che!

María dijo...

no se por qué eso de esquivarse
total, ante un encontrarse,
siempre puede uno retirarse

una película simpática: "Kinky boots"